Reseñas
Reseña de ‘Ánima Buenos Aires’
Hacerle homenaje a una ciudad es complicado: No es cosa menor tratar de relatar una historia que la retrate adecuadamente mientras se encarga de mantener al público entretenido. Si bien hemos visto películas de grandes cineastas que han logrado que el lugar en el que realizan la filmación se vuelva un protagonista más, es una grata sorpresa encontrar un proyecto que no sólo se luce mostrando brillantemente todos los matices de una ciudad, sino que también lo hace utilizando un recurso infravalorado e infantilizado: la animación.
Ánima Buenos Aires es una película formada por cuatro cortometrajes que justo se enfocan en mostrar cuáles son los lados más bellos, humanos, graciosos y valiosos de dicho lugar. Comienzan siendo presentados por la animación que va a acompañarnos durante el recorrido de las obras, se llama Stencil Tango (de Mario Rulloni y Juan Pablo Zaramella), y, como su nombre lo indica, son dos personajes plasmados en los muros gracias a un esténcil que van bailando por todo Buenos Aires, y su camino, que nos muestra preciosas casas, luminosos colores y escenas cómicas, nos hacen encariñarnos con la ciudad.
El primer corto que la película presenta es el llamado Meado por los perros, de Pablo y Florencia Faivre. Nos cuenta la historia de un carnicero local cuya venta se ve de pronto mermada por la llegada de un enorme centro comercial extranjero, y sus intentos por enfrentarse a dicho monstruo. Es un hermoso montaje de collages que nos enseña el valor de lo artesanal, el poder de la unión, y cómo el capitalismo se las ingenia para lavar el cerebro de la gente.
El segundo (y favorito personal) lleva por nombre Claustrópolis, y fue realizado por Pablo Rodríguez Jáuregui. En él observamos a un pequeño que gusta de dibujar y descubre a una graffitera en las calles que pone su mundo de cabeza, inspirándolo a explotar su creatividad. Es un festín de colores que nos enseña por qué es absolutamente necesario que todos realicemos y compartamos nuestro arte: Siempre va a servir para impulsar a aquellos que no conocen aún el potencial que pueden alcanzar.
El tercero es un thriller policiaco llamado Bu-Bu, de Carlos Nine, que fue inspirado en la historieta Recordando con ira. Trata acerca de un criminal que, al borde de la muerte, hace una retrospectiva de su vida y sus fechorías. Con dibujos de líneas limpias de tinta, Nine nos narra (con la voz de Horacio Fontova) cómo es que la niñez le fue arrebatada al protagonista, mientras este mismo mezcla crímenes con personajes caricaturescos y caramelos malditos.
El último se llama Mi Buenos Aires Herido (aludiendo al tango de Gardel) y es quizá el más entrañable, porque a través de un humor irreverente y una mezcla de historias, hace un recorrido de la ciudad que va desde la creación de la misma hasta la vida común de sus ciudadanos actuales. Tomando como base el retrato de “la mujer ideal”, los realizadores, Carlos Loiseau y Verónica Ramírez, nos regalan un poema que nos lleva de las risas a los corazones rotos y de la normalidad a lo surreal, siempre con la esencia de la identidad de Buenos Aires.
Anima Buenos Aires es entonces, en su conjunto, no solamente una “carta de amor”, porque sería demasiado injusto encasillarla ahí. Es más acertado verla como una aventura, con atrevimiento, sonrisas, inspiración, genialidad, y, sobre todo, autenticidad. Es permitirle a su gente, a sus creativos, que la transmitan al mundo de manera viva y colorida, y es así como la película por momentos se siente como si corriera emocionada, mientras que en otros puntos sólo camina y observa los paisajes para guardarlos en la memoria del espectador. No nos importa mucho el nombre de los personajes de cada corto porque sabemos que ellos no son un individuo: representan a todos los ciudadanos, los que la respiran, la padecen y se enamoran de ella cada día.
Mario Rulloni dijo en una entrevista, bromeando, que ninguno de ellos trabajaría en Disney. Y qué acertada sería esa decisión si sucediera, porque estamos necesitados de este tipo de inspiración, que mantiene latiendo el mundo de la animación para demostrar que está hecha para todos, para alimentar a corazones grandes y pequeños, y para recordarnos que no se requiere una maquinaria inmensa para realizarla: sólo se necesita amor por crear.