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Reseñas

‘No soy una bruja’, la brujería como un soldado más del gobierno

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La cacería de brujas tomó mayor fuerza en la época medieval, en donde personas que cargaban consigo ideologías, costumbres y alguna que otras manías diferentes a las de aquellos tiempos, eran acusadas de cometer actos de brujería. Pero, ¿qué hace a una persona bruja?, ¿qué debe practicar para ser tachada de ello?, ¿acaso debe ser distintiva dentro de su núcleo social?, las respuestas son un simple reflejo de lo poco humanista que son las personas, ¿por qué?, el tener un criterio propio, reflexivo y, en consecuente, crítico, no sigue siendo bien visto. Esto se observa en ejemplos cotidianos como en ambientes escolares y laborales, en donde si uno es destacado en algunas áreas, tachan de “erudito” al prójimo, este ejemplo sirve para entender todo el contexto social, cultural y político que una “bruja” trae.

Personajes importantes de la historia como Sor Juana Inés de la Cruz, Galileo Galilei, Ana Bolena, Dolly Pentreath, Giordano Bruno y Juana de Arco, fueron acusados de cometer actos de brujería por el simple hecho de pensar, hacer, escribir, exponer e idealizar de una manera distintiva, todos ellos iban en contra de un sistema endémico, de hecho, este sistema sigue perjudicando a las generaciones contemporáneas. Los seres humanos ya no son humanos, solo son máquinas entrenadas para recibir información y seguir órdenes, diría Pier Paolo Pasolini.

El contexto de la brujería es muy amplio, creadores de historias han querido retractarse en el tema, algunos lo han conseguido de manera sublime, tal definición ha beneficiado a las creaciones de estos mismos, se han vuelto memorables, han trascendido, han conseguido dar un mensaje aludiendo una crítica. Un lector podría referenciar a Marqués de Sade, un pintor podría citar a Brueghel, un cinéfilo podría presumir la visión de Robert Eggers, y es en este último donde ‘No soy una bruja’ (I Am Not a Witch, ópera prima de Rungano Nyoni) debe ser más que referenciada por un espectador que disfruta del séptimo arte.

No soy una bruja relata la aventura accidental y misteriosa de Shula (Maggie Mulubwa) en una comunidad alejada de todo tipo de comunicación urbana. No sé sabe de dónde es, solo es una inocente acusada por ser bruja.

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La trama es sencilla, pero la inmediatez de presentar a la protagonista hacen parecer de ella una trama amplia, es curioso este caso ya que la amplitud es la construcción que la audiencia le puede dar al final de todo el filme.

Una secuencia inicial rodea un ambiente de colores cálidos, estos colores del montaje son usados en proyectos que tienen el fin de documentalizar y demostrar lo que las comunidades africanas son y el cómo su manera de vivir les afecta; la secuencia inicial es acompañada de música regional, es tan expresionista y tan rítmica que atrapa la atención de inmediato. Cito dos cineastas, los cuales han explicado este efecto logrado en la audiencia. Stanley Kubrick decía que las imágenes y la música son el punto más fuerte dentro de una película, Martin Scorsese citaba -con el tiempo- lo dicho por Kubrick aludiendo que no puede imaginar la vida de alguien más sin música. Rungano Nyoni hace uso de la música para convertir en No soy una bruja en algo cautivante para la audiencia.

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Dicha secuencia sigue alimentándose hasta que se pasa al juicio -ridículo y furioso- de la protagonista, Shura. Aquí una policía le hace una serie de preguntas a Shura mientras está comiendo y tiene una actitud despreocupante, Nyoni acerta en querer retratar el cómo una “seguridad” y “apoyo” que brinda un gobierno en realidad no existe, solo son personas industrializadas de su misma ignorancia y despreocupación. Los acusantes (el poblado) viven de su fantasía, y lo peor: Hacen uso de ella para alejar sus miedos y preocupaciones. Está más que claro que Shura aterroriza a los pobladores, Nyoni no explica de manera objetiva el por qué, pero sí deja huecos en sus escenas, huecos que en realidad son mensajes escondidos. Shura es inocente e inteligente, es observadora, así debe ser un niño, observar y reflexionar del cómo actúan sus mayores para no cometer los mismos errores, con el tiempo los pobladores se dan cuenta de dicha actitud y -por ignorancia- acusan a la inocente de ser bruja.

La ignorancia es resultado del alejamiento del pueblo, alejamiento que enfatiza la relación que tienen los demás países con el continente africano. Los geólogos estudian a diario estas relaciones continentales, la verdad es que África es una región que causa lástima, su contextualización es basta, uno de los términos más utilizados para agredir a una persona es: “Africano”, ¡dios!, uno se cuestiona: ¿Tan mal está la situación?, esta pregunta la responden de manera honesta los geógrafos o la misma Nyoni, quien nació en Zambia, pero ella ha dicho en varias entrevistas que fue criada en Gales, de aquí viene la razón por la cual el filme es tan honesto y regional, simplemente retrata una realidad.

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Es interesante que en tan solo minutos Nyoni ya plantea este concepto, lo hace de manera rápida, concisa y brevemente poético. La ayuda que el cinefotógrafo David Gallego (El abrazo de la serpiente) -originario de Colombia- ocasiona que sea el otro peso del filme, no solo la dirección y guionismo de Nyoni ayudan a contemplar mejor el mensaje, sino que la fotografía de Gallego enfatiza de manera escalofriante, estremecedora y justiciera el empoderamiento masculino de un gobierno endémico, quizá todos los gobiernos del mundo lo son, pero el gobierno que se presenta en el filme es más abrumador, más inculto, el menos razonable… Y es que vamos, tener a un líder que vive de las ganancias -resultado del trabajo exhausto que realizan las víctimas de su explotación- despierta una sensación de odio en la audiencia, ya no como espectador, sino como audiencia, un sentimiento que se comparte por un grupo de personas que ven el filme.

El cine es una visión de la realidad, una visión que se comparte de manera fantasiosa… Como esta, hay más definiciones en diferentes libros, pero todas tienen un mismo objetivo: Retratar la realidad. Es así que el filme llega a su moraleja final, una moraleja que pone en segundo plano a la mujer, el feminismo es algo que está siendo más fuerte con el pasar de los años, algo que se debe agradecer ya que el mundo es un sistema patriarcal, dominado por hombres, hago uso de esta perspectiva ya que el grupo de “brujas” son dominadas y engañadas por hombres, hombres que no razonan entre sí, hombres que solo se dejan guiar por lo que ven, por lo que necesitan, por lo que desean. No es de extrañarse, estas “brujas” son consideradas así ya que son diferentes al resto, mujeres que solo quieren saber más del mundo y lo que lo rodea.

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Ellas se encariñan con Shula, y Shula se encariña con ellas, tan inocente que es la relación que estas crean que, por conveniencia, es corrompida por antagonistas que simplemente ayudan a que la trama sea más interesante y cruda. Los antagonistas pertenecen al gobierno, gobierno que utiliza las creencias y la “brujería” como un soldado más, obligaciones y más obligaciones para beneficiarse ellos mismos.

Hay momentos en donde Shula deja a la imaginación del espectador lo que pasaría si tan solo el mundo fuera más humano, razonable, amable, tolerante, justiciero y respetable. Momentos que referencian la ambición de los distractores contemporáneos existen dentro del filme, puede ser un resultado viable si de una crítica se habla, cosa que hace, pero también un resultado no tan viable si de un reproche se trata.

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No soy una bruja es un grito a lo que las mujeres del continente africano sufren a diario, un grito que trasciende del papel a la gran pantalla, un retrato de la realidad que dice y critica lo que ahora son las personas: Máquinas vengativas, poco razonables y sin criterio por miedo a lo desconocido. Un filme que debe ser citado en instituciones educativas, en familias, en trabajos… El ser bruja es ser dueña de un conocimiento que ayudará a la reconstrucción de un mejor mundo, la fantasía sigue siendo fantasía, la realidad del ser bruja es otra.

Reseña No Soy Una Bruja

Avance subtitulado de ‘No Soy Una Bruja’

https://youtu.be/f9tW5WjNWlQ

Director y fundador de Más Que Arte, redactor en Zoom F.7. Me la paso alejado de la realidad escribiendo sobre el arte que disfruto y analizo en mi vida cotidiana.

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