ARMAND: Infiernos personales desatándose en un colegio

La expresión “Nepo baby” se utiliza frecuentemente en el mundo de la farándula para hacer referencia a los hijos o familiares de personajes reconocidos que deciden incursar en el medio y, valiéndose de sus apellidos y conexiones, consiguen excelentes oportunidades sin esforzarse mucho (a veces incluso sin tener algún talento destacable). Bajo este mote, que ante los ojos de la audiencia se percibe más como una ofensa que como un beneficio, gente como Halfdan Ullman Tondel hace lo posible por dedicarse a otra cosa, la que sea con tal de alejarse de dicha asociación. Pero las raíces son fuertes, capaces de mantenerte en el lugar en el que tu linaje se construyó, aunque intentes escapar.

Es así como el nieto de Liv Ullman e Ingmar Bergman estrena su ópera prima en la cartelera de nuestro país, que lleva por nombre ‘Armand’. Esta película tiene como protagonista a Elisabeth (Renate Reinsve), la madre de un niño de 6 años a la que han convocado al colegio para informarle que su hijo ha sido acusado de agravio por uno de sus compañeritos, con el fin de aclarar lo sucedido con los padres (Ellen Dorrit Petersen y Endre Hellestveit) de la víctima. Durante el debate de si lo ocurrido fue como se relata entre los adultos ahí reunidos, Elisabeth irá cayendo gradualmente en las garras del histerismo.

Por supuesto que la loza más pesada que carga ‘Armand’ es la comparación con lo realizado por los abuelos del director. Ante ello, es imposible que no palidezca, ya que no puede estar a la altura de quienes forjaron su nombre con letras de oro dentro de la industria. Si le quitamos ese innecesario cotejo, podremos apreciar mejor el buen ojo del cineasta a la hora de manejar su única locación y desarrollar en ella un puñado de sensaciones intensas, como lo son la culpa, la claustrofobia y la desesperación.

La cinematografía de Pål Ulvik Rokseth en ‘Armand’ es exquisita, disponiendo de luces, contrastes, esquinas y sombras para trasladar la ansiedad que permea el ambiente hacia el público. La alarma descompuesta que suena de manera imprevista, un proyector que se ha dejado encendido, la sangre que emana de la nariz de una profesora: retazos de tonalidades y texturas que decoran adecuadamente un descenso a los infiernos personales.

Porque la base de ‘Armand’ no es el chico que le da el título a la cinta, sino su mamá y los demonios internos que se le van desatando conforme avanza la trama. Renate Reinsve, quien ya ha demostrado sus aptitudes en filmes como ‘The Worst Person in the World’ y ‘A Different Man’, arrasa con una actuación explosiva, cambiando de humor y de perspectiva por momentos a conveniencia, y a ratos sin elegirlo.

Ya sea bailando jazz con un empleado de limpieza, atrapada en un sinfín de manos que dañan tanto como idolatran o en un portentoso e incómodo ataque de risa que se prolonga en demasía, Reinsve logra confundir al espectador para que éste se pregunte si lo que pasa por la cabeza de Elisabeth tiene que ver con estrategia, luto o locura.

Estrenada en el Festival de Cine de Cannes – donde se hizo acreedora a la Caméra d’Or – y seleccionada para representar a Noruega en los Oscars, ‘Armand’ es una narrativa que pretende ser armada cual rompecabezas, aunque peca de dejar algunas piezas rotas o deslcoloridas. Sin embargo, sería un error pretender que todo embone a la perfección: es más un viaje emocional y, por lo tanto, la lógica tiene permitido salir de la ecuación.