NO NOS MOVERÁN: La venganza es un eficaz combustible

No es tan frecuente ver cine mexicano contemporáneo en blanco y negro. De pronto surgen algunas cintas con esta característica, que probablemente influye en que la audiencia se encariñe con ellas y se vayan colocando en las listas de favoritas. ‘Temporada de patos’ (2004), ‘Estanislao’ (2020), ‘Extraño pero verdadero’ (2017) o la propia ‘Roma’ (2018) utilizaron de forma exitosa este recurso para apelar a la nostalgia en el espectador, pero además con la intención de causar desasosiego o reflexión.

Está estrenando en la cartelera de nuestro país un largometraje que también posee esta particularidad, y nuevamente acierta en comunicar lo antes mencionado. ‘No nos moverán’ tiene como protagonista a Socorro (Luisa Huertas), una abogada de fuerte carácter que perdió a su hermano en la masacre de Tlaltelolco y ha pasado demasiados años resintiendo su asesinato. Será cuando reciba pistas del autor del crimen que decide planear la compensación para hacerlo pagar, olvidándose de los peligros que esto podría causarle a ella y a sus allegados.

Aunque la sinopsis suena dramática en buena medida, el director Pierre Saint-Martin Castellanos tiene a bien equilibrar un tema así de ríspido con momentos orgánicos de comedia, que van construyendo una suerte de sátira en vez de inclinarse por lo lacrimógeno o lo cruel. El cimiento de ‘No nos moverán’ proviene de la situación familiar del cineasta, cuya madre vivió una desgracia equivalente a la de Socorro y desempeñaba una profesión similar. Aunque nunca fue su meta plasmar dicha vivencia de manera literal en el guion que coescribió con Iker Compeán Leroux, si le funcionó para edificar una historia en la que fluyen elementos verídicos que dan paso a las risas, los cuestionamientos y hasta el onirismo.

Una de las mayores fortalezas en ‘No nos moverán’ es la presencia de la actriz Luisa Huertas, que encarna a la “Lisensiada” (sic) con una personalidad que roba escenas completas. Ya sea que la observemos dando órdenes y zapes a Sidarta (José Alberto Patiño) o sincerándose en conversaciones con Lucía (Agustina Quinci), la valentía de esta mujer se despliega con tal intensidad que no nos queda más que ponernos de su lado y anhelar que sus atrevidos objetivos salgan como lo espera. Aunque somos testigos de que su amargura ha corroído una parte importante de su existencia, el clamor por la justicia reverbera en todos los que alguna vez se han quedado con la sed del ojo por ojo.

Otro detalle relevante de ‘No nos moverán’ es el de exhibir una casi única locación: un edificio donde los vecinos se gritan para reclamarse, hay un gato grande y cazador, y un elevador permanentemente descompuesto. Los personajes del filme transitan dentro de uno de los departamentos y recorren los pasillos aledaños tomando decisiones vitales, fuman a escondidas igual que de frente, revisan correo desechado y el funcionamiento de pistolas. La cinematografía de César Gutiérrez Miranda nos guía entre espejos, mirillas, reflejos y ventanas para examinar a estos convivientes (y a unas palomas que tienen mucho de mensajeras) como si fuéramos merodeadores, al mismo tiempo que nos ofrece la posibilidad de ponernos en sus zapatos, para comprender mejor las resoluciones de cada uno.

Estrenada en el Festival de Cine de Guadalajara del 2024 y nominada a diez Arieles, ‘No nos moverán’ es un muy necesario recordatorio de que el doloroso suceso de 1968 no ha sido olvidado, y que hasta hoy día hay que seguir teniendo precaución y desconfianza en lo que respecta al cuerpo militar y su constante excusa de “estar siguiendo órdenes”. Pierre Saint-Martin entreteje una moraleja que abarca la sanación, el perdón y la redención, pero afortunadamente no omite una verdad innegable: El deseo de venganza es un fuego que, manteniendo ardiente, se convierte en un poderoso y fructífero combustible.

Avance de No Nos Moverán