Reseñas
ANORA: Las muchas aristas del cine de Sean Baker
‘Anora’ sobrepasa el tema de la labor erótica para contarnos de la fragilidad de una persona solitaria.

Se dice que el cine de Sean Baker -especialmente sus filmes recientes- tiene como línea principal el trabajo sexual, cuyas vicisitudes y sordidez dan material suficiente para crear narrativas, explorar formas de subsistir y añadir capas en sus personajes. No obstante, limitarlo a eso sería dejar de lado lo mucho que ha buscado realizar crítica social, descifrar familias disfuncionales, escudriñar relaciones disparejas o desmitificar el sueño americano. Con siete películas previas en su haber, el neojerseíta sigue demostrando que sus hechuras contienen bastante más de lo que puede estimarse en la superficie.
Hoy presenta su octavo largometraje, que continúa manejando estas bien cimentadas bases. ‘Anora’ nos introduce a la vida de Ani (Mikey Madison), una joven que se gana el sustento bailando en un strip club. Su rutina cambia cuando conoce a Vanya Zakharov (Mark Eydelshteyn), un muchachito dispuesto a gastarse miles de dólares en contratar sus servicios y pasar más tiempo con ella. En un arranque de locura, ambos eligen tomar una decisión que les cambiará el rumbo y que involucrará búsqueda y persecuciones, una familia furiosa, y unos esbirros determinados a nulificar la existencia de Ani.
La primera mitad de ‘Anora’ nos remite a lo visto en cintas como ‘Pretty Woman’, además de bonitos cuentos de hadas como ‘Cinderella’: Una chica que vive en precariedad y tiene la suerte de encontrarse a un galán interesado en otorgarle una mejor situación. Sin embargo, Ani no es en absoluto la representación de una dama en sufrimiento deseando ser salvada. El director nos muestra a una mujer que sabe cómo llevar a cabo sus funciones de manera adecuada para sacar buen provecho de éstas, y que ha aprendido a no dejarse deslumbrar por promesas o apariencias, incluso si éstas parecen honestas.
Mikey Madison interpreta a una protagonista sagaz y divertida, que hasta en los peores momentos se adueña de las circunstancias para moldearlas a su favor. La actriz, a quien Sean Baker le ofreció el papel sin pedirle hacer casting después de haberla visto en ‘Once Upon a Time in Hollywood’ y ‘Scream’, tuvo a bien estudiar el acento de Brooklyn, visitar centros nocturnos y aprender ruso, en pro de darle a Ani una caracterización más que digna.
Porque, efectivamente, Brooklyn se convierte en una pieza clave de ‘Anora’, al ser el sitio que inspiró al cineasta en sus inicios, cuando se dedicaba allí a editar videos de boda rusos-americanos. Su especial interés en colocar la historia en Brighton Beach puede apreciarse a través de la cinematografía, que busca constantemente enfatizar la belleza de lo común. El cinefotógrafo Drew Daniels nos ofrece brillo y tonos neón que van acorde a la felicidad y las aventuras de Ani y Vanya, que luego transiciona en colores opacos y escenarios parcos, paralelos a la frialdad invernal y al cambio de matiz, donde la trama se torna ansiosa y un tanto desconsoladora.
Estrenada en el Festival Internacional de Cine de Cannes, donde se hizo acreedora a la codiciada Palma de Oro, ‘Anora’ sobrepasa el tema de la labor erótica para contarnos de la fragilidad de una persona solitaria y los miedos que pueden detonarse cuando aquello por lo que se ha luchado se pierde, dejando a su dueño expuesto a una realidad inesperada, ruda y carente de esperanzas. Un ejemplo más de que Sean Baker despliega la condiciones que están ahí, siendo el pan de cada día, y que la gente ha preferido no voltear a ver: depende de nosotros entender el mensaje, y ser conscientes de cuánto podríamos aportar sólo con cambiar nuestra postura.
