Reseñas
‘El Rey de la Fiesta’ es caos, alegría y libertad

Hay una frase popular que dicta “El pasto es más verde al otro lado de la cerca”, refiriéndose a que, visto desde afuera, podemos creer que las vidas de otros son mejores, más interesantes o emocionantes. Algunas veces eso parece tan cierto que nos lleva a imaginar qué sería de nosotros si hubiéramos elegido otro camino y no el que tenemos en realidad, ¿seríamos más felices?
‘El rey de la fiesta’ es el tercer largometraje del director mexicano Salomón Askenazi, que fue presentado en el Festival Internacional de Cine de Morelia este año. Narra la historia de Héctor (Giancarlo Ruiz), un hombre de mediana edad inconforme con su situación actual: Tiene un trabajo monótono, una deteriorada relación con su esposa (Daniela Bascopé) y su hija (Mar Mediante), y un hermano gemelo llamado Rafael (también interpretado por Ruiz) a quien constantemente le critica su desfachatadas y relajadas maneras. Cambian las cosas en el momento en el que Héctor se entera de que Rafael ha tenido un accidente de avión, ya que aprovecha esta oportunidad para adueñarse de la personalidad de su hermano, haciéndose pasar por él, y así comprobar si, en efecto, la existencia de su mellizo es tan divertida como aparenta.
‘El rey de la fiesta’ se gestó en el subconsciente de su creador partir de la experiencia propia, en la que ha combinado su etapa como padre de familia con la de cineasta. Esta dualidad lo llevó a explorar más en el tema, además de mezclarse con su perenne interés por las realidades alternas o, mejor dicho, no lineales. Para la realización del filme contó con el montaje de Jimmy Cohen, cuyos cortes se encargan de mostrar el constante desconcierto del personaje principal, transmitiéndolo así al espectador. La cinematografía de Nur Rubio Sherwell hace cohesiva la idea a través de los colores que se eligen para representar el entorno de cada uno de los hermanos, así como en el papel tan fundamental que juegan los ángulos, los reflejos y las divisiones, haciendo del lenguaje cinematográfico un protagonista más. Otra de las fuerzas importantes de la película es la poderosa actuación de Giancarlo Ruiz (que llegó al proyecto fortuitamente, al ser recomendado por un productor), quien va desde la frustración de un hombre abatido hasta la presunción de un curador de arte que se sabe de personalidad arrasadora. Sufrimos con uno y reímos con otro, sin saber bien a bien a quién le damos la razón.
Este trabajo en conjunto permite que la trama se vaya desarrollando en la mente de la audiencia poco a poco, haciéndole discernir entre lo que es ilusorio y lo que es verdad. Askenazi comienza utilizando un párrafo de “The Dream of Life”, de Alan Watt, para poner el contexto respecto al mencionado paralelismo, pero luego se va aterrizando el concepto a través de las dos potentes y opuestas formas de ser. Siendo Héctor un ejemplo de corrección y madurez, se convierte en la imagen de la normalidad de una rutina de oficina, productiva pero aburrida, preso también por un matrimonio que ya no le otorga nada, pero del que no tiene la valentía de zafarse. En el otro lado del espectro, Rafa navega entre el hedonismo y la extravagancia sin pena alguna, haciendo que a los demás sus actitudes parezcan irresponsables y, al mismo tiempo, sumamente tentadoras. Ambos papeles nos llevan inevitablemente a cuestionar las decisiones y elecciones personales, ¿Cómo sería el comportarnos distinto? ¿Qué consecuencias traería eso? ¿Estaríamos dispuestos a enfrentarlas?
Premiada en el Festival Internacional de Cine de Monterrey, ‘El rey de la fiesta’ –a estrenarse en cines de todo el país en febrero- es una experiencia en la que hay que sumergirse tanto por su hechura como por su valentía al unir géneros como la fantasía y el thriller. No se pierdan el guiño a ‘Enemy’ de Denis Villeneuve, ni el baile del final, que seguro les dejará un gran sabor de boca. Disfruten de una cinta, que, como la vida misma, es caos, alegría y libertad.
Avance de El Rey de la Fiesta
