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Andrea Pirlo: Cadencia, arte y técnica

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Andrea Pirlo Juventus 2013

Andrea-Pirlo-Juventus-2013Los no iniciados, pueden creer que el fútbol se juega con las piernas y sería absurdo afirmar lo contrario, ya que a simple vista este deporte puede parecer que no es más que veintidós jugadores persiguiendo, acéfalos, un escurridizo balón. Existen, sin embargo, figuras que, desde el campo de juego, nos podrían convencer de lo contrario. Una de estas figuras, la más emblemática y unánime de todas las que aún están en activo, es Andrea Pirlo, actual jugador de la Juventus de Turín, equipo a donde recién llegó proveniente de uno de los equipos rivales, el A.C. Milán.

Pirlo, apodado como “el maestro” o “el arquitecto”, da cátedra cada vez que toca la pelota, sea un pase largo o corto, un centro al área desde medio campo o esos pequeños quiebres que hace a corta distancia. Pirlo da la impresión de no jugar sólo con las piernas, sino con la inteligencia, cada acto suyo parece remitirnos a otra época en donde el fútbol era cadencioso, donde el arte, la técnica y el ritmo predominaban sobre la velocidad y la fuerza.

Andrea Pirlo juega a un fútbol de un ritmo distinto al de sus compañeros de equipo, juega a la pausa y a los espacios, a tocar el balón bajo los ímpetus de la belleza, facultad tal vez adquirida en los viñedos pertenecientes a su abuela materna, cuando allí, siendo un niño, participaba de los rituales de la vendimia. Una de esas musas que inspiraban a los antiguos poetas griegos debió hablar al oído de Andrea cuando su madre, Livia, lo llamaba para degustar prosciutto e melone, aquella misma musa seguramente lo tomó por el pie, cual moderno Aquiles.

Andrea Pirlo vive sus últimos años como futbolista, dos, tal vez tres años más, tendremos el privilegio de verlo en el campo de juego, ver el brillo de su toque al ejecutar, con cadenciosa pericia, los tiros afuera del área, ver cómo elige el ángulo derecho o izquierdo a su antojo, cómo tira por debajo de la barrera que, incrédula, mira de frente a un privilegiado del fútbol.

A diferencia de otros jugadores que van perdiendo brillo con los años, Andrea parece acrecentar, con el tiempo, su maestría, qué lejos está aquel Pirlo que falló el penalti ante Boca Juniors en 2003. Andrea, como esos vinos que fabrica en su propio viñedo, madura y persevera en un ideal de fútbol que tal vez nunca vuelva. Que Dios bendiga a Andrea Pirlo.

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